“[…] lo más importante para el desarrollo de un niño no es la cantidad de información que se consigue meter en su cerebro durante sus primeros años. Lo crucial es si somos capaces de ayudarles a desarrollar un conjunto diverso de cualidades entre las que se incluyen la perseverancia, el autocontrol, la curiosidad, la meticulosidad, la resolución y la autoconfianza.” Paul Tough: Cómo triunfan los niños. Determinación, curiosidad y el poder del carácter. Madrid, Ediciones Palabra, 2014.
En el post anterior, Adelgazar el currículo para engordar el aprendizaje, comenté la necesidad de seleccionar mejor los conceptos e informaciones que deben enseñarse en nuestras escuelas para dejar espacio a la imaginación y a la creatividad, que son elementos fundamentales para un aprendizaje significativo.
Hoy me gustaría ir un poco más allá e intentar dar respuesta a estas cuestiones: ¿Por qué fracasan en la escuela alumnos con un cociente intelectual alto? ¿Por qué no tienen éxito en la vida personas con un alto nivel de formación académica?
Descubrí a Paul Tough durante una de las sesiones plenarias de WISE 2014. Me llamó poderosamente la atención su teoría de que los rasgos de personalidad, eso que llamamos carácter, tienen una incidencia fundamental en el éxito, ya sea escolar o vital, de las personas. Me interesó tanto que al día siguiente de llegar de Catar fui a la librería a comprar su libro Cómo triunfan los niños… Su lectura ha merecido la pena: la recomiendo.
A partir de la descripción y el análisis de diferentes experiencias de éxito académico, Tough nos invita a desarrollar en nuestros alumnos hábitos de conducta adecuados más que conseguir alcanzar objetivos intelectuales. Propone 7 destrezas para predecir el éxito en la vida: determinación, autocontrol, entusiasmo, inteligencia social, gratitud, optimismo y curiosidad. Está convencido de que estas destrezas pueden ser evaluadas y que, además, el perfil “intelectual” de los alumnos debería ir acompañado de su perfil de “personalidad”. Afirma que el perfil de personalidad es un indicador más efectivo para predecir el éxito que el perfil intelectual.
En su opinión, para el éxito en la vida es más importante tener un alto nivel de tolerancia a la frustración que un alto coeficiente intelectual. Esta idea choca frontalmente con la creencia que predomina en la gran mayoría de nuestras escuelas de que la inteligencia es la clave del éxito. Pero todos conocemos casos de niños con altas capacidades que fracasan en la escuela, entre otras razones, porque no tienen perseverancia, autoconfianza ni meticulosidad. Pequeños monstruos tiranos que usan su “inteligencia” para imponer su voluntad a los adultos que les rodean (padres, docentes…) y que reaccionan airadamente cada vez que no consiguen lo que quieren en el momento en el que lo quieren.
Los alumnos que aprenden a ser meticulosos tienen más posibilidades de éxito en la vida que aquellos que llenan su cabeza de datos e informaciones. La meticulosidad es la cualidad que nos permite esforzarnos para hacer o conseguir algo sin esperar una recompensa inmediata… lo que hace que sea una cualidad fundamental para un buen desarrollo de las personas.
Tough también afirma que los profesores que muestran afecto a sus alumnos obtienen mejores resultados que aquellos que permanecen distantes. Y que hay que preparar a los alumnos para afrontar eficazmente las situaciones de estrés a las que se ven sometidas en las escuelas (suspender un examen, hacer los deberes a tiempo…).
Sé que muchos pensarán que el carácter es algo innato, pero no lo es. Se puede aprender a regular las emociones, a tener una mayor tolerancia a la frustración, a ser optimista… y, además, resulta que estos aprendizaje son más efectivos para tener éxito en la vida que la ciencia infusa del conocimiento erudito que se enseña en la mayoría de las escuelas.